Hemos pasado de la era analógica a la digital, y ahora tenemos la inteligencia artificial (IA) tan sonada en los últimos tiempos. Cada cambio tecnológico que ha habido en los últimos 80 años ha sido más acelerado. La adopción a las nuevas tecnologías se ha desarrollado de manera vertiginosa.
Según un último estudio de mercado realizado por Ipsos, el 60% de las empresas aún no usan la IA, pero muestran el deseo y las ganas de hacerlo. Entre las razones claramente están la resistencia al cambio, el hecho que los colaboradores no la entiendan. Lo más común es pedir información al famoso Chatgpt, o pedirle a la IA que nos dibuje, nos cree una campaña de comunicación de video, entre otros.
Todo esto requiere que nosotros los humanos le demos una correcta información para que haya una correcta respuesta. Esto quiere decir que si los insumos son incorrectos, que si nuestra inteligencia dota a la artificial de planteamientos poco inteligentes, el resultado no necesariamente será óptimo.
Si bien la IA está llamada a aprender con los errores y aciertos para empezar a recomendar y autogestionarse, existen variables emocionales que aún no se puede implementar. Es la inteligencia humana la que debe prepararse, desarrollarse, aprender para poder ser productiva. Por eso, más temprano que tarde, las empresas deben tener proyectos en todas las áreas de la organización para establecer cómo van a adecuarse y aprovechar la IA. Tener los botines de Messi no te asegura que patees un buen tiro libre.
En el estudio existen dos conceptos más atractivos de la IA, la rapidez en la información y que esta sea certera, y el ahorro de costos. Por ejemplo, tenemos los llamados chatbot, pero aún no ha sido desarrollado del todo y la persona requiere la voz humana real que le solucione el problema, no solo que lo atienda. En este caso concreto, las empresas deben transcurrir en sobrecostos al principio por tener un mix, hasta que las incidencias desaparezcan, pero la tecnología no debe reemplazar al ser humano. Con esa sustitución matamos la experiencia al cliente.
Según el estudio de Ipsos, los desafíos que se presentan son: 1) Falta de talento especializado en IA. 2) Dificultad de integración de IA con los sistemas existentes. 3) Falta de comprensión sobre los reales beneficios. 4) Preocupaciones sobre la vulnerabilidad de los datos. 5) Resistencia al cambio por temor a ser reemplazados.
Para resumir, la Inteligencia Artificial nos exige explotar más la inteligencia humana, desarrollarnos, aprender, seguir leyendo y estudiando, ocupar nuestro tiempo en analizar y ver cómo tenemos la capacidad de adaptarnos a los nuevos tiempos, porque quien te va a reemplazar es otro humano que sí aprendió.